Semana de las Artes 2025: Enseñar arte más allá de lo literal

En Argentina, la educación artística propone que la metáfora no es solo un recurso expresivo, sino un derecho fundamental para formar ciudadanos críticos y creativos. Enseñar a construir metáforas permite a los estudiantes nombrar y comprender el mundo desde múltiples perspectivas, en lugar de replicar modelos estereotipados.

ACTITUD RECURSERA

Juli Rososzka

6/25/20254 min read

En los últimos años, la educación artística en Argentina viene impulsando una idea potente y transformadora: la metáfora no es sólo un recurso expresivo, sino un derecho. Esta afirmación, que podría sonar poética o incluso provocadora, encierra una convicción pedagógica profunda. Si educar en arte es formar ciudadanías sensibles, creativas y críticas, entonces enseñar a construir metáforas es habilitar a estudiantes a nombrar el mundo desde múltiples perspectivas.

Una metáfora no es sólo una figura del lenguaje: es una forma de pensamiento. Es cuando un objeto, una imagen o una acción representa otra cosa, abriendo caminos entre lo visible y lo invisible. En arte, una silla vacía puede hablar de una ausencia, un cuerpo que cae puede decirnos algo sobre el miedo, un trazo puede sugerir una emoción que no tiene nombre.

Incorporar la metáfora en la enseñanza artística es abrir el juego a la ambigüedad, a la interpretación, a la construcción de sentido. No se trata solo de enseñar técnicas o estilos, sino de habilitar a las y los estudiantes a decir algo con eso que aprenden. Y decirlo de una manera propia, creativa y profundamente significativa.

Enseñar arte de forma estereotipada: ¿qué estamos dejando afuera?

Muchas veces, por apuro, por costumbre o por falta de espacios para reflexionar, caemos en propuestas artísticas repetitivas, mecánicas o vacías de sentido: coreografías que sólo copian movimientos, dramatizaciones que reproducen escenas cotidianas sin cuestionarlas, dibujos que siguen un único modelo o canciones que se enseñan sin contexto. Es lo que podríamos llamar una enseñanza estereotipada del arte.

Esto no es lo mismo que una enseñanza “tradicional”. La tradición artística escolar tiene enormes riquezas, pero cuando esas tradiciones se vacían de reflexión, se convierten en fórmulas: el acto escolar con los roles de siempre, la muestra con escenas sueltas, el mural donde todas las casas tienen techos rojos.

El arte estereotipado no incomoda, no interroga, no transforma.

En cambio, una propuesta artística que fomente la metáfora es aquella que se anima a trabajar con preguntas, con símbolos, con múltiples capas de sentido. Que permite que una escena, una imagen o un movimiento diga más de lo que aparenta.

Consejos para diseñar proyectos artísticos con mirada metafórica

1. Partí de una pregunta poética o filosófica
En lugar de proponer una tarea técnica (“hagamos un collage”, “compongamos una melodía”), podés partir de una pregunta que despierte la imaginación y convoque lo simbólico: ¿Qué formas tiene el miedo? ¿Qué colores tiene el silencio?, ¿Cómo suena una promesa rota? Estas preguntas no buscan respuestas exactas, sino disparar procesos de búsqueda. Abren la puerta a mundos subjetivos y permiten que cada producción tenga sentido personal y colectivo. Además, funcionan como motor creativo, porque conectan con lo emocional y lo existencial.

2. Elegí un elemento simple y transformalo
Trabajar con objetos, gestos, sonidos o imágenes mínimas y proponer que se resignifiquen es una estrategia poderosa para generar metáforas. Por ejemplo, una piedra en una escena puede representar una frontera, un obstáculo o un recuerdo. La clave está en ofrecer tiempo para experimentar diferentes sentidos posibles. La metáfora emerge cuando algo se carga simbólicamente, y eso sucede cuando damos lugar al juego, a la exploración y a la apropiación por parte de lxs estudiantes.

3. Evitá reproducir modelos únicos
Cuando todxs deben dibujar igual, moverse igual o actuar igual, el lenguaje se empobrece. La metáfora, en cambio, se construye desde la diferencia: lo que una imagen dice en un grupo, puede decir otra cosa en otro. Si como docentes permitimos que haya múltiples caminos para resolver una consigna artística, estamos habilitando también múltiples lecturas del mundo. Fomentar la singularidad no implica abandonar los criterios estéticos, sino sostener una mirada abierta, crítica y situada.

4. Habilitá el tiempo para la creación y la relectura
Las metáforas no suelen aparecer en la primera versión de una producción. Surgen cuando hay tiempo para pensar, revisar, agregar, sacar, volver a mirar lo hecho. Esto implica planificar procesos más que productos. En lugar de buscar “resultados mostrables”, pensemos en proyectos que prioricen la experimentación, el diálogo y la reformulación. La relectura es clave: preguntarse qué dice lo que hicimos, cómo lo interpretan otrxs, qué otras lecturas son posibles.

5. Poné en juego otros lenguajes para enriquecer la mirada
Combinar lenguajes —plástico, corporal, musical, verbal— amplifica las posibilidades metafóricas. Un mismo concepto trabajado en distintos lenguajes genera nuevas conexiones y resignificaciones. Por ejemplo, si trabajamos la idea de “casa”, podemos construir una maqueta, crear una escena teatral dentro de ella, inventar una banda sonora o escribir un poema. Cada lenguaje aporta una perspectiva y obliga a traducir, reinterpretar y pensar de otro modo. Esto estimula la creatividad y la construcción de sentidos complejos.

6. Conectá la metáfora con la vida cotidiana de lxs estudiantes
Las metáforas más potentes son aquellas que dialogan con lo que les pasa a quienes crean. Por eso es importante generar espacios de escucha, de conversación y de vinculación con sus mundos. Un proyecto que parte de sus realidades —sus barrios, sus familias, sus juegos, sus luchas, sus sueños— no sólo es más significativo, sino que habilita a nombrar lo que a veces no se puede decir de forma directa. La metáfora, en ese sentido, se vuelve una herramienta de expresión, pero también de cuidado y afirmación identitaria.

Defender el derecho a la metáfora es defender el derecho a imaginar otros mundos. En un contexto que empuja al pensamiento rápido, literal y utilitario, enseñar arte con mirada metafórica es una forma de resistencia pedagógica. Es ofrecer a cada niña, niño, joven o persona adulta, la posibilidad de decir lo que no se puede decir de otro modo. De construir su voz.

Y como docentes, ¿no es ese uno de nuestros desafíos más hermosos?

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