Para planificar teatro, me la tengo que creer (de verdad)
La planificación educativa a veces se percibe como un trámite burocrático y rígido que no se adapta a la realidad del aula, especialmente en áreas como el teatro. Sin embargo, la "planificación en reversa" puede ser una herramienta pedagógica fundamental para ganar flexibilidad y adaptabilidad al proceso de enseñanza-aprendizaje real.
ACTITUD RECURSERA


¿Quién no sintió alguna vez que la planificación era una trampa? Una especie de formalidad obligatoria que hay que presentar al inicio del año, incluso antes de conocer a nuestros grupos. Si alguna vez te encontraste completando planillas sin saber bien qué poner, copiando contenidos del diseño curricular sin entender del todo cómo abordarlos o entregando planificaciones que después no volvés a abrir... no estás sola, no estás solo.
En muchos casos, planificar se volvió un acto burocrático: una serie de casilleros a completar, una entrega que cumplir para que todo esté “en regla”. Pero esta mirada tradicional, rígida y prescriptiva no representa el trabajo real que hacemos en el aula. Y menos aún en el área de teatro, donde cada grupo, cada encuentro y cada proyecto tienen su propia dinámica y sus propias necesidades. ¿Qué planificamos cuando planificamos?
Hay muchas formas de planificar: anual, cuatrimestral, por proyectos, por talleres interdisciplinarios. Pero más allá del formato, el problema de fondo es otro: muchas veces no sabemos para qué planificamos. O sentimos que planificar no sirve porque después nunca podemos seguir lo que escribimos. Porque "pasan cosas": paros, cambios de horario, grupos que no se consolidan, fechas que se corren, y un sinfín de imprevistos. Entonces… ¿cómo planificar sin caer en la trampa de un documento muerto?
No necesitamos una nueva forma de planificar: necesitamos romper con la vieja forma de entenderla
La verdadera revolución no está en cambiar el formato de la planificación (aunque claro, ¡se agradece cuando podemos salir del papel y pensar en formatos digitales, visuales, colaborativos!). La transformación real está en redefinir la planificación como herramienta de poder pedagógico: ¿Para quién planifico? ¡PARA MÍ!
Planificar no es adivinar lo que va a pasar, ni cumplir con un trámite. Es imaginar, organizar y construir el recorrido que queremos proponer. Es darle forma a nuestras ideas para que se sostengan en el tiempo y puedan ser compartidas, adaptadas, evaluadas, discutidas. Empoderarnos de la planificación es dejar de verla como un mandato y empezar a usarla como un mapa que se puede modificar si cambian las condiciones del viaje.
Planificación en reversa:
un cambio de perspectiva
Una propuesta que ayuda muchísimo a transformar esta mirada es la planificación en reversa. En lugar de comenzar por los contenidos o las fechas, partimos del objetivo final: ¿qué quiero que mis estudiantes logren? ¿Qué capacidades deseo que desarrollen? ¿Qué tipo de experiencia artística, grupal o reflexiva quiero que se lleven?
A partir de ahí:
Contamos la cantidad reales de encuentros que vamos a tener (¡y las horas!).
Definimos los contenidos clave para alcanzar ese objetivo.
Diseñamos actividades concretas, pensadas para el grupo real, no para un estudiante ideal.
Seleccionamos recursos que estén disponibles y tengan sentido para ese proceso.
Nos damos espacio para ajustar y revisar: la planificación no es un documento intocable, es una herramienta viva.
Cuando dejamos de pensar la planificación como una lista de contenidos y empezamos a verla como una estrategia pedagógica, todo cambia. En lugar de desconfianza, aparece el compromiso. En lugar de frustración, aparece la flexibilidad. Y en lugar de sentirnos atados, empezamos a sentirnos protagonistas del proceso.
Algunas preguntas para pensar tu próxima planificación:
¿Qué quiero que recuerden mis estudiantes de este recorrido?
¿Qué experiencias van a vivir?
¿Qué preguntas quiero dejarles abiertas?
¿Qué recursos tengo a disposición y cuáles necesito buscar?
¿Cuáles son las condiciones reales del contexto donde trabajo?
Esta entrada de Blog es una invitación a repensar nuestras prácticas sin culpa, pero con conciencia. A reconocer las trampas del sistema, pero también a buscar estrategias que nos devuelvan el deseo de enseñar y la capacidad de decidir.
Planificar con sentido no es hacer más trabajo: es hacer un trabajo que sirva para algo. Para vos, para tus estudiantes, para tu proceso. Y si eso implica romper el papel, el diseño curricular o el formato… bienvenida sea la ruptura.